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5/8/09

15 AGOSTO 1998 TRIUNFO ROTUNDO BAJO LA TORMENTA










JOSE LUIS MORENO TRIUNFÓ ENTRE RELÁMPAGOS

Ganadería: Seis toros de Los Eulogios, correctos de presentación y aplomados en general excepto el buen quinto y el sexto. El tercero, más alegre que los dos primeros, muy rajados. Uno -el cuarto- serio, astifino y bronco de Flores Tassara para rejones.


José Antonio Campuzano: Silencio en ambos.
José Luis Moreno: Palmas y dos orejas.
José Antonio Canales Rivera: Saludos y silencio.


Incidencias: Poco público en la corrida del Día de la Paloma. Asistió la Condesa de Barcelona, que recibió el brindis de los toreros. Luz artificial desde el segundo toro. Mediado el festejo, comenzó una tormenta que se convirtió en fortísimo diluvio durante la lidia del sexto.





CRÓNICA DE FERNANDO BERMEJO
MADRID.- En una tarde infernal, propia del Cantábrico mar adentro, José Luis Moreno se topó con el sueño de su vida: abrir la Puerta Grande de Las Ventas.
Había menos público del esperado y, en el meollo de su segunda faena, el cielo se abrió ya definitivamente como no se recordaba en Madrid. Aguacero inmenso, y Moreno toreando por naturales al mejor ejemplar de Los Eulogios, al más bravo en el caballo -dentro de un encierro que se dolió en varas- y con mayor clase en el último tercio. Dadas las circunstancias, con ese toro -buenas verónicas de saludo- no se podía estar mejor.
El comienzo de faena denotó la autoconfianza que tenía el de Dos Torres, que se sacó al toro a los medios con muletazos acompasados aunque con la figura un tanto forzada. Luego, con ambas manos, construyó una faena que, sin la mediación del aguacero, hubiera tenido la misma carga de calidad e intensidad. Agarró un espadazo a la primera y el presidente le concedió el doble trofeo.
ARRASTRAR LA MULETA.- Ya con su primero había estado a buen nivel. Moreno sujeta la muleta por el centro del estaquillador y se preocupa de arrastrar el trapo por la arena. Así arrancó los pases a un animal que se vino abajo sin disimulo. El toro, por cierto, era el de menos cara que se ha visto por estos lares en las últimas fechas.




La otra noticia de la tarde la protagonizó Leonardo Hernández. Rejoneó un toro en puntas, y vaya toro. Con pinta de búfalo, alto, agresivo, veleto y muy bronco. Así era el de Flores Tassara. Se anunciaba como evento el que un rejoneador se las viese en el ruedo de Las Ventas con un toro en puntas. Se cumplió la expectación, toda vez que por chiqueros salió el animal más imponente de la corrida. De alzada casi similar a los caballos, y de comportamiento áspero, cobardón y sin clase.
Sólo por eso, el mérito de Leonardo Hernández estaba garantizado. Entre el esacaso público, se notaba que no era muy conocido el tipo de gesta del rejoneador. La lidia se siguió con distancia. Leonardo Hernández, poco a poco, fue calentando el ambiente. El cénit fue una vibrante pasada por los adentros, con el de Tassara apretando con rabia.
Un rejonazo bastó para que Hernández, jubiloso, paseara una oreja, de claro tinte histórico. Por entonces, se estaba preparando el diluvio que acompañó a la otra gesta de la tarde, firmada por José Luis Moreno.
SOLVENCIA.- Se esperaba con ilusión a José Antonio Campuzano. Recuperado el ánimo, este torero invita al disfrute de la técnica y el asolerado oficio. Así recibió a su primero, con más solvencia que brillo. El toro se quitó el palo y llegó a la muleta desfondado. No acudía a los cites, aunque es cierto que Campuzano nunca adelantó con fe el engaño ni lo dejó colocado para ligar. Menos claro aún el quinto, con el que sufrió su cuadrilla para banderillear. La faena careció de todo relieve.
Canales Rivera desperdició una oportunidad para cosechar un balance más próspero. Recibió a su primero con dos largas cambiadas rutinarias. En tres series con la derecha a las que siguieron dos por naturales brilló la quietud de planta del torero. Unas manoletinas, un pinchazo y una estocada caída abrocharon su actuación.
Tras la fortísima lluvia salió para vérselas con el último. Su principal defecto fue que no enganchó en ningún momento al toro. Con una colocación al menos discutible, Canales fue perdiendo gas. El toro, sin tener las virtudes del anterior, se desplazaba con tardanza pero con bondad, aunque se vino abajo como varios de sus hermanos. Antes, había propiciado un templado quite de José Antonio Campuzano.



SUERTE MAESTRO, AHORA TOCA MISMO DIA Y MISMO LUGAR